La fiesta en Miami Beach se acortó por segundo año consecutivo. En marzo pasado, fue por la pandemia que empezaba. Este año, la ilusión de que el coronavirus está bajo control llevó a tantos turistas a esta isla de Florida, que otra vez fue necesario cerrarles la puerta.
La multitud es tan incontrolable y los destrozos tantos que las autoridades decretaron el sábado estado de emergencia y toque de queda.
Con una palabra soez calificó el hecho un estudiante de Texas que tomaba unas cervezas con un grupo de amigos sobre la arena, a pesar de los esfuerzos de la policía por impedir el consumo de alcohol en la playa.
"Ha estado muy divertido aquí, ya sabes, con este clima cálido, esta playa", lamentó el joven de 22 años.
Sin embargo, luego de que aumentaran episodios de violencia y vandalismo en los últimos días, las autoridades decidieron que los visitantes abandonen las calles y que los restaurantes cierren sus puertas a las 20H00 locales.
Esto será en las principales zonas turísticas de South Beach, el epicentro de la fiesta de Miami Beach.
Además, los tres puentes que conectan la isla con tierra firme --Miami-- estarán cerrados al tráfico desde las 22H00 hasta las 06H00 de la mañana. Solo tendrán acceso los residentes, los trabajadores y los huéspedes de los hoteles.
"Esto es un asunto de seguridad pública", dijo el administrador interino de la ciudad, Raúl Aguila, al anunciar las medidas.
Refiriéndose a las fotografías que muestran a las multitudes que se congregan en el paseo costanero Ocean Drive, añadió: "Eso parecía un concierto de rock, no se ve el pavimento, no se ve césped".
El jefe de policía de Miami Beach, Richard Clements, dijo que le preocupa que la situación se vuelva inmanejable.
"El jueves cientos de personas corrieron en determinado momento y arrojaron tablas y sillas como armas", contó. "Esperábamos que fuera un evento de una sola vez, pero anoche hubo tres situaciones así y una joven resultó herida".
"¡Vayan a vacunarse!"
Las medidas vienen luego de semanas de intensa fiesta en Miami Beach, que no es ajena a las multitudes incontrolables de turistas: todos los años, en marzo, esta pequeña isla aloja a miles de estudiantes de todo el país que vienen a pasar las vacaciones de primavera.
Pero este año, con cerca de uno de cada 10 habitantes que ha recibido al menos una dosis de la vacuna en Estados Unidos, se respiran aires particularmente festivos.
En las noches, la gente practica todo menos la distancia social, en una especie de "locos años 20" que se anticipan a la pospandemia.